Tudela y el Ebro


Se arrima señorial el Ebro a Tudela, y pasa bajos los ojos de su puente, igual y diferente desde hace dos mil años. El Ebro, que da nombre a Iberia, se acaba de hacer mayor de edad en Milagro, al recibir las aguas de Irati, de Belagua, de Urbasa o de Quinto Real. Pocos kilómetros le faltan ya para salir de Navarra, la que le hizo Barón entre el Arga, el Ega y el Aragón. Pero antes se acerca a la Tudela de regustos romanos y moros, con olores judíos y cristianos, la Tudela gitana y paya, la Tudela a veces vasca a veces castellana... siempre navarra. La Tudela verde de cardos y alcachofas, de cogollos y borrajas, la Tudela de la huerta y la Mejana. La Tudela diversa y revuelta, de Revoltosa y Gigantada, de joticas y aurreskus. Y tras dejar Tudela se emboca el Ebro en el Bocal, ya camino de Cortes, donde Navarra deja paso a Aragón, donde el Ebro empieza a soñar con el Mediterráneo, deseoso de pintar de azul sus largas noches de invierno.

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