El herrerillo, ese tipo simpático y un poco gruñón.


El herrerillo común (Amilotx urdiña - Parus cyanistes - Blue tit) es un pequeño pajarico, el más pequeño entre los páridos, de precioso colorido: azul cobalto el dorso y la "txapela", amarillo el pecho, blanca la cara adornada con un pequeño antifaz y gola negra. Se me antoja simpático y un poco gruñón, es un verdadero equilibrista. Se cuelga constantemente cabeza abajo de las ramas de los árboles, buscando entre sus hojas y entre sus flores pulgones, orugas, gusanos y otros insectos de los que fundamentalmente se alimenta. No desdeña, desde luego, unas pocas semillas o un bocado de manteca o margarina si algún alma caritativa la pone a su alcance. Su ecosistema natural son las campiñas o los bosques, pero ahora no es difícil encontrarlo en parques y jardines en cualquier ciudad. Es un ave normalmente monógama, poco o nada migratoria salvo en fuertes nortadas; lo normal es que nunca en su vida abandone el pequeño valle que le vio nacer. Su canto recuerda al martillo del herrero, y de ahí su nombre. La labor de desinsectación que realiza en bosques y huertos es ardua y generosa con nuestros hortelanos e imprescindible para la salud de la arboleda. En estos días mis amigos los herrerillos están poniendo sus huevos, que suelen ser 6 o 7. Para ello construye un nido con musgo en gran cantidad y un poquito de lana de oveja dentro de una oquedad en un árbol viejo o muerto. Pero los Hombres no permitimos árboles muertos o viejos en nuestros feísimos "huertos de árboles", por ello el herrerillo, como el resto de los páridos, cada vez encuentran más problemas a la hora de encontrar un lugar adecuado para su nido. Y cuando a un bosque (o a un "huerto de árboles") le faltan las aves, el bosque muere, triste y silencioso. Aquí veis a uno de mis amigos, que está utilizando una caja de vino reciclada en caja nido, que coloqué allí por noviembre en una nogaleda cercana. Va y viene la hembra de herrerillo, atareada en la construcción del nido, acarreando material, y asomándose de vez en cuando, para ver que pasa por el Mundo, y de paso, vigilar a este pajarero feliz, que a 50 metros de distancia, con ojos felices y corazón pleno, celebra lo fácil que fue ayudar a sus amigos, conseguirles una casa, y permitirles seguir ayudándonos, con sus colores y con sus trinos, a hacernos más llevadera la Vida y la huerta, permitirles darle color, salud y música al Bosque, permitirles adornar nuestro día a día con la armonía de su plumaje y su simpatía. 

Conocer para respetar, respetar para amar, amar para defender.

Juan Goñi

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