Mi bandera.

Mi bandera es azul y limpia, como el cielo de julio. Azul como el mar tranquilo y sosegado, azul como el Universo infinito; azul sin textura, sin distracción, simplemente azul. Azul es la Conciencia Universal, azul es la armonía y la verdad, azul es la Filosofía y el Conocimiento. El azul es relajante y refrescante, antiséptico y saludable, aquieta nuestras energías y tranquiliza nuestra razón. Azul como los cielos mi Navarra, azul como las gélidas aguas del Urederra. Simplemente azul.

Mi bandera es blanca de paz y de armonía, de pureza irredenta y combativa. Blanca como las nubes que traen agua y vida, como la nieve de mis montañas o como las aguas revoltosas de la cascada boscosa y emboscada. Blanca de claridad máxima y de oscuridad nula, blanca de absoluta y entusiasta inocencia. Es blanca porque el blanco aúna todos los demás colores, es blanca porque me rindo, siempre me rindo, ante la Belleza y la Hermosura. Blanca como las cumbres del Pirineo en primavera, blanca como la blanca azucena de mis prados floridos. Simplemente blanca.

Mi bandera es verde, decididamente verde. Verde como el océano verde de un bosque, verde como los trigales bardeneros de abril. Verde de Esperanza y de Naturaleza, verde de savia sabia que salva, verde que resurge y que emerge, que inunda mis paisajes y mis mundos, verde como te quiero, verde. Verde psicológico, primario y frío, verde de clorofila que alimenta mi alma y mis pulmones. Verde sedante, hipnótico, reconstituyente, estimulante,  suave y fresco. Verde como la sangre de mis hermanos los árboles, verde como mi humilde huerto. Simplemente verde.

También es del color ocre de otoño en los robledales de Basaburua, o rojo, como el pecho del modesto petirrojo, o violeta como las malvas que adornan ahora el césped. No se priva mi bandera de ninguno de los colores que caben en mi imaginación. Pero en estos días de julio, déjame, amigo mio, que me quede con esta bandera azul, blanca y verde, como la que ondeaba en pasado sábado en los paraísos de Leurtza.

Juan Goñi