Mis amigos de ADEMBI.



Vacas pastando en los prados de Basaburúa Mayor.


Estos días estoy recorriendo mi Tierra con un gran grupo de personas. Y cuando digo “gran grupo” no me refiero a que sean muchas las personas, sino que son un grupo de grandes personas. Son enfermos de esclerosis múltiple de la Fundación de Esclerosis Múltiple de Bizkaia – Eugenia Epalza Fundazioa (ADEMBI).  Ayer estuvimos recorriendo con la lentitud precisa y deliciosa el hayedo silencioso de Leurtza, que nos acogió con frio en el termómetro y calor en el corazón y en el paisaje, que sangra hojas rojas. Hoy nos perderemos por los senderos de Orgi, el gran robledal rodeado de praderas impolutas en las proximidades de Lizaso. Finalizaremos el día volando sin alas hasta el impresionante mirador de San Miguel de Aralar, desde donde el Ángel Miguel protege la Tierra y los cielos de los dragones imaginados desde su atalaya milenaria. 

¡Qué gran honor es para mí acompañar a estas gentes! Sus ojos abiertos, su expresión de sorpresa permanente, su agradecimiento a la Vida y al Mundo por poner a su alcance tanta maravilla me reconcilia con la Humanidad y me contagia la ilusión por vivir cada día y cada minuto como la Vida se merece. 

Mientras recorremos los verdes prados de la Ulzama, o los hayedos casi desnudos de los altos de Basaburúa o de Aralar, o los robledales amarillos de Larraun, recordaré los momentos en los que estuviste entre estas delicadas maravillas, aquel día que hoy se me antoja lejano, cuando los Bosques nos unieron y forjamos la Amistad con retazos de hojarasca y ramas hoy desnudas y desabridas. 

¡Cuánto nos enseña la Vida y el Mundo cuándo miramos cara a cara al Tiempo que pasa sosegado entre las tierras calladas del invierno!

Juan Goñi

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